La vida, el amor y la muerte: se dicen los tres temas que todo ser humano piensa, recrea y explora en su paso por el mundo. Y son los tres temas que todo creador trata de develar o de develarse en ellos, sabiendo que es imposible, que siempre terminaremos insatisfechos, inmolados en su sensación de misterio.
Sin embargo, no deja de ser hermoso este libro de poesía que busca revelarse en estas tres entidades vitales. La vida de Rafael Soler se ha hecho en el amor y se reconocerá en los otros dos misterios: el de venir y el de irse o regresar. A través de su poesía tan originalmente cotidiana, tan fresca y tan sólida como la permanencia de la roca de las montañas, la vida del poeta se revela y se manifiesta. Y todos vamos siendo parte de este monumental asunto de otras personas. Bello es encontrar un libro que evoque los tres misterios que nos hacen reconocernos. Aunque, y como decía Juan Gelman, el único tema de la poesía es la poesía misma, porque en ella se recrea el mundo, se vuelve al momento en forma de imaginería críptica, diafanidad elástica, recado o profecía.
Rafael Soler, poeta de la más exquisita evocación, nos pide “leer después de quemar”, como si su oficio fuera aquel al que alguna vez se refirió el poeta mexicano Efraín Bartolomé: “De oficio: arder”.
El oficio del poeta es hacer, con las palabras, el fuego y luego volver a sus cenizas.
Este libro se quedará en la conciencia de su lector, porque el poeta ha sido el hacedor del fuego en sus inventos imposibles: los bellos poemas que conforman este libro.
Xavier Oquendo Troncoso